Sí. El karma existe. Existe y persiste, como la canción de Culture Club que hasta ahora nos martiriza de vez en cuando por Zeta Rock & Pop (Kaaaaarma, karma, karma, karma, karma, chameleooon… You come and gooo, you come and gooo-o). Existe y jode, tanto como jode acordarse de Boy George. Qué desagradable Boy George. Y encima se llama Boy. En fin.
El karma es ese ente maléfico parecido al toffee que se te queda pegado en la parte más inaccessible de los dientes. No. Es peor. Es como la cáscara de canchita que se te mete en la encía antes de que comience la película y te jode toda la visita al cine. El karma, simplemente, llega, jode… y no, no se va. Mejor dicho, se va, pero vuelve, y vuelve, y vuelve… como el conejito de Duracell. Pinche conejo. De lo que aún no estoy seguro es si vuelve porque esa es SU naturaleza o porque es NUESTRA naturaleza hacer que vuelva. Porque, no nos hagamos los tarugos… uno sabe perfectamente que el toffee se le va a quedar ahí clavadazo, pero igualito nos lo comemos.
Yo supongo que el karma existe porque, de por sí, la vida es circular. Y, como todo círculo, tiende a dar vueltas. Aplicar la siguiente analogía de academia pre universitaria puede explicarlo mejor: El Karma es al Ser Humano como el Balón es a Oliver Athon. Es decir, mejores amigos, patas, brothers, causas, yuntas, carnales, panas, you & me 4ever & ever, etcétera. Si no aprendes a ver al karma como tu amigo, estás fregado. Porque el día que aparece, llega con sus maletas, se mete en tu casa y no se mueve de ahí por un buen rato. Hasta el glorioso día en que te sientes fuerte y lo botas. Yo aún lo tengo durmiendo en la sala, así que no puedo decir mucho más acerca de ese hipotético momento.
Y, además de hacerse amigos, otra buena táctica para convivir con esos inquilinos que parece que nunca se irán es mantener la esperanza de que sí se irán. Es creer en la posibilidad de que esas vueltas pueden dejarnos, algún día, justo al otro lado del círculo y no en el mismo lugar. Es creer ciegamente en que UNO NUNCA SABE, principio fundamental del "Hazte una" (Profundizaremos más en el tema en un próximo post titulado "Introducción a la Teoría del Hazte Una”). Es creer en el equilibrio cósmico, mejor conocido como la filosofía de "Lo justo es lo justo pe' varón". En resumen, es tenerse fe. Sino, repito, estamos todos fregados y sólo nos quedaría el célebre "Y que Dios nos ayude" de Hurtado Miller.
Por eso, si de pronto un día te percatas de que el pinche karma está durmiendo en tu sala, relájate, no te apures, no te escondas, no llames al Chapulín, tampoco a tu ex. Sólo dile Hola y acuérdate de Boy George cantando Do you really want to huuurt meee? Vas a ver cómo incluso puedes llegar a cagarte de la risa. Quizá para no llorar, pero te ríes al fin y al cabo. Eso sí, mejor no te ilusiones con que desaparezca pronto. Sólo nos queda acostumbrarnos a su maligna presencia, tal como nos acostumbramos a Boy George.
El karma es ese ente maléfico parecido al toffee que se te queda pegado en la parte más inaccessible de los dientes. No. Es peor. Es como la cáscara de canchita que se te mete en la encía antes de que comience la película y te jode toda la visita al cine. El karma, simplemente, llega, jode… y no, no se va. Mejor dicho, se va, pero vuelve, y vuelve, y vuelve… como el conejito de Duracell. Pinche conejo. De lo que aún no estoy seguro es si vuelve porque esa es SU naturaleza o porque es NUESTRA naturaleza hacer que vuelva. Porque, no nos hagamos los tarugos… uno sabe perfectamente que el toffee se le va a quedar ahí clavadazo, pero igualito nos lo comemos.
Yo supongo que el karma existe porque, de por sí, la vida es circular. Y, como todo círculo, tiende a dar vueltas. Aplicar la siguiente analogía de academia pre universitaria puede explicarlo mejor: El Karma es al Ser Humano como el Balón es a Oliver Athon. Es decir, mejores amigos, patas, brothers, causas, yuntas, carnales, panas, you & me 4ever & ever, etcétera. Si no aprendes a ver al karma como tu amigo, estás fregado. Porque el día que aparece, llega con sus maletas, se mete en tu casa y no se mueve de ahí por un buen rato. Hasta el glorioso día en que te sientes fuerte y lo botas. Yo aún lo tengo durmiendo en la sala, así que no puedo decir mucho más acerca de ese hipotético momento.
Y, además de hacerse amigos, otra buena táctica para convivir con esos inquilinos que parece que nunca se irán es mantener la esperanza de que sí se irán. Es creer en la posibilidad de que esas vueltas pueden dejarnos, algún día, justo al otro lado del círculo y no en el mismo lugar. Es creer ciegamente en que UNO NUNCA SABE, principio fundamental del "Hazte una" (Profundizaremos más en el tema en un próximo post titulado "Introducción a la Teoría del Hazte Una”). Es creer en el equilibrio cósmico, mejor conocido como la filosofía de "Lo justo es lo justo pe' varón". En resumen, es tenerse fe. Sino, repito, estamos todos fregados y sólo nos quedaría el célebre "Y que Dios nos ayude" de Hurtado Miller.
Por eso, si de pronto un día te percatas de que el pinche karma está durmiendo en tu sala, relájate, no te apures, no te escondas, no llames al Chapulín, tampoco a tu ex. Sólo dile Hola y acuérdate de Boy George cantando Do you really want to huuurt meee? Vas a ver cómo incluso puedes llegar a cagarte de la risa. Quizá para no llorar, pero te ríes al fin y al cabo. Eso sí, mejor no te ilusiones con que desaparezca pronto. Sólo nos queda acostumbrarnos a su maligna presencia, tal como nos acostumbramos a Boy George.