martes, 1 de enero de 2008

80, 90, 20

Es curioso. Hace mucho tiempo grabé un CD con las mejores canciones que tenía en mi computadora. Fue por motivo de un viaje, un paseo, una caminata… Dios recordará mejor que yo a estas alturas de mi alcoholización neuronal. Convertir 7 gigas de música en un concentrado al mejor estilo extracto de rana resultaría ser mucho más trasnochante de lo que imaginé. Estuve una semana (sí, algo enfermo con la música soy) eligiendo, mejor dicho, descartando canciones. Las primeras eliminaciones eran fáciles (Dale a tu cuerpo alegría Macarena…); las últimas, un parto. Pero antes de todo eso, lo primero que hice fue separar las canciones por épocas. Elegiría mis canciones favoritas para cada una de mis décadas. Con el primer y el último grupo no hubo problemas. De los 80’s habían favoritos claros y del 2000 para adelante aún no se habían hecho muchas cosas buenas (Britney estaba buena en esos días, pero nunca para la música). El problema, y grande, estaba con los 90’s. Finalmente, luego de llorar la eliminación de un par de canciones, la selección quedó cerrada y el CD fue bautizado como “80, 90, 20” y en algún rincón entre Lima y Buenos Aires debe seguir girando.

Esta semana, Dios recordará también por qué (¿será que tengo que hacerme ver de la cabeza?) me acordé de ese disco. Y más allá de recordar las noches en que me desvelé haciéndolo, me percaté de que no me había dado cuenta de cómo se había pasado el tiempo desde ese día hasta hoy. Mejor dicho, de cuánto tiempo había pasado. Armar una lista con las favoritas de los 20's ya no era tan fácil. Y, de pronto, me vino la misma sensación de estupidez que sentí cuando estaba tirado en medio de la avenida Arequipa, segundos después de que un taxi me atropellara. De un momento a otro, me había dado cuenta de que iba a cumplir 27 años.

Por segunda vez en mi vida, me atropellaron. Esta vez sin dolor de rodillas. Es más, esta vez sin dolor alguno. Pero sí con conmoción cerebral. Después del impacto sólo me brotó el desesperado impulso de decir “¡Oye aguanta un toque, no seas loco!”. Ya luego te das cuenta de que no va a parar. Es más, te percatas de que ya está incluso un poco más allá. Y entonces comienzas a preguntarte cómo diablos pasó todo.

Desde hace algunos años soy acérrimo defensor de los derechos del eterno romántico. Esos que dictan que no hay edad para hacer lo que hay que hacer, que en la vida uno tiene que dedicarse a lo que ama, que la felicidad más importante es la felicidad con uno mismo, y demás frases trilladas por el estilo. Pero, de pronto… ¡Diablos voy a cumplir 27 años y estoy buscando una pasantía para comenzar de cero y sin ganar un peso! No he hecho carrera, no tengo ahorros, no tengo novia, no vivo solo... Sí. ¿Y?

El tiempo es amigo cercano del miedo. Lo llama, lo busca y al final siempre lo cola a la fiesta. El tiempo. El maldito tiempo. Él pasa. Y no hay que meterse en su camino porque en cualquier momento puede convertirse en un taxi asesino que aparece por detrás de un colectivo estacionado. Creo que, simplemente, hay que tratar de ir a su ritmo. Por eso, mi deseo de año nuevo para todos (incluyéndome) es que podamos seguir haciéndole caso a las frases trilladas. Y que si en algún momento vemos que el tiempo nos saca muchos cuerpos de ventaja, aún tengamos fuerzas para acelerar y evitar que el miedo se nos junte.

Gran año para todos.

3 comentarios:

Unknown dijo...

feliz año marito, y que el tiempo siga siendo relativo (al tamaño!) no mentira. Pero creo que cada uno debe ir a su propio ritmo, el reloj será entonces un mundo paralelo.

Unknown dijo...

te dolieron las rodillas cuando te atropellaron? mmm... bien bajito el carro, no?

27! ese num no existe ahora para mi.

mucha suerte tesoro en este año. vivelo como te haga feliz!!

besos

Padawan Fonseca dijo...

Grande!!!!! Ke chato ni ke chato!!!! Grande!!!!! Y sigamos con las frases trilladas. No te olvides: "Cuando crees en algo, hazlo sin dudas ni fisuras" (Walt Disney).